Poetas y Peregrinos
La poesía el camino han estado siempre muy ligadas, seguramente porque el peregrino se siente poeta, así como el poeta suele pensar que su vida es una constante peregrinación, porque la evolución del ser humano, se hace a través del movimiento, y aquel que no se mueve, ni avanza ni evoluciona y la mente del poeta, se encuentra en permanente movimiento.
También el peregrino, va sintiendo esa necesidad de poder expresar con palabras, todo lo que el camino le va aportando mientras lo está recorriendo, mientras va plasmando sobre una cuartilla en blanco, cada una de las sensaciones que el camino les está aportando.
Los grandes poetas; (Machado, Lorca,…) Siempre han tenido al camino, como esa fuente de inspiración, para todo lo que su mente iba creando y con maestría, sabían plasmarlo en unos poemas, que para los peregrinos, representaban la mejor forma de describir el esfuerzo que tenían que hacer.
Por Tábara, no sólo veíamos pasar a esos peregrinos que se dirigían hacia Compostela, también vimos como uno de los grandes, veía sus primeras luces en el pueblo tabares.
El que con el paso del tiempo, sería conocido mundialmente, como León Felipe, en realidad era un Tabares, que nación esta villa en el año 1884, con el nombre de Felipe Camino Galicia de la Rosa.
Hasta su nombre, tiene unas connotaciones especiales con la ruta que van siguiendo los peregrinos, porque en el, lleva dos palabras; (Camino y Galicia), que tanto significado tienen para quienes van recorriendo esta ruta de peregrinación.
León Felipe, fue uno de esos eternos peregrinos que recorrió muchos caminos, que le fueron formando para ser tal y como le conocemos en la actualidad y ya desde una de sus primeras obras, cuyo título era Versos y oraciones del caminante, el espíritu de la peregrinación se encontraba siempre presente en todo lo que hacía.
Fue uno de esos peregrinos eternos, que no encontraba acomodo en ningún lugar y le llevó a estar recorriendo una buena parte de las comarcas españolas, hasta que su camino le condujo a uno de los países africanos y posteriormente a Estados Unidos, allí donde la influencia de Walt Whitman, fue tan importante para la espléndida obra que nos legó.
México, también acogió a este peregrino universal y allí pasó la última parte de su vida, hasta que en el año 1968, encontró ese descanso eterno que algunos vamos buscando.
Pero en su obra, el camino se encuentra siempre presente y prueba de ello, es una de las mejores creaciones que los peregrinos recuerdan, como es el poema, “Ser en la vida Romer “, que muchos peregrinos lo han leído en alguna ocasión y algunos, hasta lo pueden recitar de memoria.
A llegar a Tábara, el peregrino en el momento que accede a la plaza mayor, una de las primeras cosas que capta su atención, es el busto que este pueblo le dedicó a su ilustre hijo y la mayoría de ellos, con sus cámaras o sus móviles, inmortalizan este momento junto uno de los peregrinos más ilustres que los caminos han tenido.
Ser en la vida romero,
romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.
Ser en la vida romero, romero…, sólo romero.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,
pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.
Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos,
ni como el cómico viejo
digamos los versos.
La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los dedos,
decía el príncipe Hamlet, viendo
cómo cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo
un sepulturero.
No sabiendo los oficios los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos
como debemos
cualquiera sirve, cualquiera… menos un sepulturero.
Un día todos sabemos
hacer justicia. Tan bien como el rey hebreo
la hizo Sancho el escudero
y el villano Pedro Crespo.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo.
Pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.
Sensibles a todo viento
y bajo todos los cielos,
poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un solo huerto.
Que sean todos los pueblos
todos los huertos nuestros.
León Felipe